lunes, 2 de agosto de 2010

El árbol

Partir el pan sobre la mesa
darle de comer a mis entrañas hambrientas
foráneas, comensales ilegales
y regar las migajas del deseo
en mis labios con tus dedos,
caminar en esos laberintos
tatuados con la hipergrafía
que de nuestras manos nacen,
manos entrelazadas que
dibujan sobre nosotros estrías:
las ramas del árbol que nos vio
esa noche cuando soñaste con migo
y también yo soné con vos
cuando recorriste mi cuerpo
con el caminar de tus suspiros,
y ese beso sutil y perfecto
que jamás se dio,
yo como un faro tímido
vos, un canto lúgubre de medianoche,
como nombrando diluvios...
sin embargo ya no hay tiempo
no hay entre nosotros lugares tibios
ni palabra precoces
ni verborreas de ideas inconclusas,
solo sentimientos abortados
sentimientos inciertos...
no, debemos aceptar que no hay más mesas
para destapar el vino tinto
y que juntos brindemos.

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