viernes, 7 de mayo de 2010

Tres

Arden mis ojos desesperados, cansados por no verte
porque es trémula la presencia de tu ausencia,
es justo una ceguera...
llorando por ti, o no por ti,
porque ya no eres si no eres junto a mí
la misma onda corta que solía cubrir nuestro enjambre,
nuestro equipaje de constantes
creo en ti, creo en el amor,
como alguna vez quise creer desesperada mente en Dios
te oigo resoplar tu propio silencio
te siento acariciando mis ojos buenos
y cuando veo....
me doy cuenta que no te tengo
o que quizás simplemente no te tuve
es que talvez mi neuronas estaban ebrias, ebrias de ti
de tu aroma, de tu mirada que es lo más puro que jamás vi
de tu cabello, (mi hogar y mi pueblo)
a donde siento que realmente pertenezco
y tú, vividamente vívido sin siquiera haberme querido,
pasando en mi camino
como todos suelen pasar,
dejando atrás tu piel de serpiente dulce
del perfecto poeta sin palabras,
del predilecto ateo hijo de Dios
o del diablo ¿Qué se yo?
si tu, con tu enorme poder,
eres quien elige lo que quiere ser, elegiste esta vez
seguir sin voltear a mi abanico,
como un antiguo guerrero
sin refrescarte con mi muro atento,
yo.... que solo fui del color del viento
y su entibiecedora fuerza,
cuando entre hojas de otoño se encuentra
empapando tu cabello de polvo,
de añoranzas de otras estaciones
de música de Leonard Cohen
y aun sabiendo que no me quieres
cantas el himno de mi cuerpo,
en lo loco que es el mundo
porque tu estas en todos los puntos
y yo... no aparezco ni siquiera hoy
hoy que escribo, que canto lo que vivo
hoy que te extraño, mañana y ayer, y hoy otra vez.
-- sin embargo no te puedo perder,
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