Ayer un sonido suave galopaba sobre la parte externa de mis laminas oxidadas. Salí a ver qué lo producía. Cual fue mi sorpresa al ver que en cantidades significativas, llovían claveles rosa, que inmediata mente comenzaron a empaparme. Cerré los ojos y dejé que me cubrieran completa. Era el olor que los claveles no suelen tener, eran del color que yo no suelo tener. Corrí hacia adentro por una cubeta, más cuando salí había escampado y la tierra, hambrienta de maravillas, las había absorvido por completo. Lamenté tanto la no haber tenido ya mi difunta cámara fosforecente, para no sé... guardar alguna imagen sobrenatural de ese momento, sin embargo guardé un clavel en el bolsillo de mi sudadera que, tomando como excusa el próximo "día de difuntos" depositaré frente a la caja que guarda mi cámara. Solo pude atrapar algunas imágenes con una cámara ordinaria. A veces solo hay que darle vuelta al monitor para ver las cosas desde otra perspectiva.
what have i got? nobody can take away?... Got my hair. Got my head Got my brains, Got my ears Got my eyes, Got my nose Got my mouth, I got my smile I got my tongue, Got my chin Got my neck, Got my boobies Got my heart, Got my soul Got my back, I got my sex I got my arms, got my hands, got my fingers, got my legs, got my feet, got my toes, got my liver, got my blood.. I've got life, I'VE GOT MY FREEDOM!! --Nina Simone--
domingo, 31 de octubre de 2010
jueves, 28 de octubre de 2010
La espera...
Abrió su libro de embrujos. Las letras bailaban cha-cha-chá. Se deslizaba por fuera de ese antiguo libro con olor a termita. Intentó tomarlas por las manos, y algunas saltaban gloriosas por todo su cuerpo, picándole toda la piel. Un erizaje, un escalofrío del cuello hasta la sonrisa. El cuarto oscuro le traía recuerdos de la infancia, cuando el poder desvanecer las cosas era solo una ilusión. Qué importaba todo, si las letras estaban ahí recorriendo sus sentidos, su mente, y le puyaban tanto la piel, que iban llegando a su corazón... y creo que eso lo atemorizó. (No se bien que fue, nunca me lo dijo). De pronto un estruendoso sonido de relojes en vaivén. Y sin pensarlo mucho, agitó sus brazos con fuerza, (creyó que hacía lo que debía) y se sacudió las letras, ellas lucharon por mantenerse, les gustaba su piel... era tibia. Se curó los piquetes con alcohol. Abandonó la postura de flor de loto. Cerró el libro, ahora en blanco, por causa suya. Algunos testigos me dijeron que las letras pasaron días, sentadas, desconcertadas, en shock sin entenderlo. Volteando con ilusión cuando se abría la puerta verde, y suspirando cuando se cerraba y todo quedaba gris. Cuando sus ojos me lo contaron todo, yo corrí y sujete con fuerzas un cofre en donde deposité todas las letras. A algunas les dediqué horas de terapias catárticas.
No le he visto ya. Un día solamente me lo topé, pálido como el fantasma de una mariposa. Sus manos parecían emanar fuego todavía... pero no como lo que fue. Aún quedan muchas letras progéricas, que me preguntan por él o cuentan como mito la historia de ese ser de una galaxia lejana, salida quizá del otro pecho de Hera sin que ella se diera cuenta. A pesar de que les miento y les pido que agiten sus brazos para despedirse, lo siguen esperando, pues me dicen que solo sus ojos las alimentan.
lunes, 25 de octubre de 2010
Dos puntos "d" mayúscula
Habían pasado algunas horas, y a pesar de intentarlo varias veces, no había podido encontrarse de nuevo. La clave era que por primera vez se escribía a sí misma. Se perdió la noche anterior, justo cuando se detuvo al ver pasar a un niño en su bicicleta por las calles de la ciudad, (quizá fue que se fue detrás del niño) poco a poco mientras caminaba hacia atrás (¿O hacia adelante?) con una especie de espejo mental, nacido del mismísimo caos. No la encontraba a pesar de haber acariciado con los pies el suelo de la realidad y la verdad era que no le importaba encontrarla, podría pasar su vida siendo simplemente ella misma. Y es que cuando el pasado, el presente ... (?) se sientan a la orilla de un puente ha hablarnos de lo exquisito del olor de los libros (antiguos y nuevos) o a escuchar, no se puede pensar en nada más que algunas cosas suelen suceder, y otras no suelen, pero afortunadamente suceden.
viernes, 22 de octubre de 2010
Besos
Los tres besos que me hacen falta
son los tuyos
los dejé perdidos
en algún lugar del paraíso
escondido detrás de una flor
o en un rincón
de mi labios fríos.
son los tuyos
los dejé perdidos
en algún lugar del paraíso
escondido detrás de una flor
o en un rincón
de mi labios fríos.
domingo, 17 de octubre de 2010
...
Cuando vayas a misa, nunca te olvides que está permitido doblar el cuello hacia un lado, y quedarte estupefacto buscando detalles en la imagen de la virgen que tienes a un lado o tratar de descifrar alguna de las frases, que las ancianas investidas con un velo de solemnidad, susurran con el rostro oculto. Como cuando eramos niños, que esas cosas nos sorprendían, y guardaban un misterio tal, más humano que divino, mientras nuestros padres, movían los labios para fingir que se sabían el coro dominical.
martes, 12 de octubre de 2010
Agradecimiento epifánico...
Recién me preguntaron porque es tan bello que a las plantas no les alcance la tierra y salgan a la carretera, no quise responder. Y no porque no supiera la respuesta, sino más bien porque no se si alguien entendería, pues diría ante todo porque lo dijiste convencido de que así era, porque tus ojos se abrían maravillados y honestos al decirlo, y agregaría porque las plantas prehistóricas son bellas, y necesitan conocer más, necesitan evolucionar al mundo actual, necesitan darse cuenta que hay mucho más allá, que aunque lo sospechen, las sospechas sin llegar a ser testimonios no son nada...porque las epifanías no ocurren planificadas, sino en momentos aleatorios, cuando menos las esperamos, en esos precisos momentos en los que algo tan poco usual en nosotros, como bailar, ocurre de manera espontánea y nos vemos moviendo los pies a ritmo de la música; o cuando te das cuenta lo cómodo que estás con una persona que te da igual si el semáforo está en rojo o verde; y después de esto... una especie de resaca alegróica... una estupefacción tremenda y unas ganas increíbles de poder ver con tanta claridad. Gracias por hacerme entender que algunas aves vuelan tan ágilmente y tan rápido que no nos permiten ver su origen o destino...y tampoco es necesario para entender el mundo, o para reír un buen rato, o para aclarar nuestros ojos y ser buenos.
jueves, 7 de octubre de 2010
Héroes
Te conocimos un día de mayo, durante nuestra niñez tumbados en la cama quizás, cuando la fiebre de una gripe mal cuidada, o el tedio de los juegos infantiles te presentaron ante nuestras mentes. Nuestros ojos se abrían lentamente mientras nos íbamos identificando con tu manera de percibir el mundo, soñamos tus fantasías, reímos con tus alegrías y botamos lágrimas al comprender lo que tu llamaste triste.
Al paso de los años creímos conocerte. A veces por una foto tuya recortada de la prensa, a veces por un papel con tus palabras transcritas pegadas en un muro de nuestra habitación, en ambos casos enmarcadas por un trozo de papel construcción negro. Conocíamos tus ideas a cabalidad, y nos era fácil discriminarlas de algún impostor que quisiera opacarte. Hablamos de ti todos los días en nuestras conversaciones, aun pareciendo tediosos ante nuestros interlocutores.
Un día encendimos el televisor y pudimos ver a un anciano que hablaba como tú. Nuestros ojos se abrieron como la primera vez al reconocer en aquel hombre de edad avanzada, nuestro héroe de la niñez, el mismo del recorte de prensa ahora amarillo que todavía estaba a lado del mueble de la ropa. Pudimos ver lo que es ser un ser humano, pues más allá de la imagen que teníamos de tu persona, nos acercamos a tus pies para ver que caminaban en la misma tierra que los nuestros, que tu cabello también se decoloraba con el paso del tiempo, eras un ser humano como nosotros con aciertos y desaciertos. Vimos que tu pensamiento había modificado un poco, pero estaba más maduro como tu, como nosotros, tan cimentado como los cedros que adornan el parque de nuestros pueblos. Ahora sabemos más que nunca que eres como todos, y como pocos. Ahora sabemos que nos sirves no solo como icono, sino también como inspiración. Ahora sabemos que vives, lo estés o no, en esa llama endorfínica que nos hace seguir nuestros ideales todos los días.
Al paso de los años creímos conocerte. A veces por una foto tuya recortada de la prensa, a veces por un papel con tus palabras transcritas pegadas en un muro de nuestra habitación, en ambos casos enmarcadas por un trozo de papel construcción negro. Conocíamos tus ideas a cabalidad, y nos era fácil discriminarlas de algún impostor que quisiera opacarte. Hablamos de ti todos los días en nuestras conversaciones, aun pareciendo tediosos ante nuestros interlocutores.
Un día encendimos el televisor y pudimos ver a un anciano que hablaba como tú. Nuestros ojos se abrieron como la primera vez al reconocer en aquel hombre de edad avanzada, nuestro héroe de la niñez, el mismo del recorte de prensa ahora amarillo que todavía estaba a lado del mueble de la ropa. Pudimos ver lo que es ser un ser humano, pues más allá de la imagen que teníamos de tu persona, nos acercamos a tus pies para ver que caminaban en la misma tierra que los nuestros, que tu cabello también se decoloraba con el paso del tiempo, eras un ser humano como nosotros con aciertos y desaciertos. Vimos que tu pensamiento había modificado un poco, pero estaba más maduro como tu, como nosotros, tan cimentado como los cedros que adornan el parque de nuestros pueblos. Ahora sabemos más que nunca que eres como todos, y como pocos. Ahora sabemos que nos sirves no solo como icono, sino también como inspiración. Ahora sabemos que vives, lo estés o no, en esa llama endorfínica que nos hace seguir nuestros ideales todos los días.
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