Ayer un sonido suave galopaba sobre la parte externa de mis laminas oxidadas. Salí a ver qué lo producía. Cual fue mi sorpresa al ver que en cantidades significativas, llovían claveles rosa, que inmediata mente comenzaron a empaparme. Cerré los ojos y dejé que me cubrieran completa. Era el olor que los claveles no suelen tener, eran del color que yo no suelo tener. Corrí hacia adentro por una cubeta, más cuando salí había escampado y la tierra, hambrienta de maravillas, las había absorvido por completo. Lamenté tanto la no haber tenido ya mi difunta cámara fosforecente, para no sé... guardar alguna imagen sobrenatural de ese momento, sin embargo guardé un clavel en el bolsillo de mi sudadera que, tomando como excusa el próximo "día de difuntos" depositaré frente a la caja que guarda mi cámara. Solo pude atrapar algunas imágenes con una cámara ordinaria. A veces solo hay que darle vuelta al monitor para ver las cosas desde otra perspectiva.
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